Mercados financieros ante la tensión geopolítica
07.03.2022
¿Cómo está afectando a los mercados financieros la guerra entre Rusia y Ucrania?
En los últimos días hemos la guerra entre Rusia y Ucrania supone un salto mayúsculo en la tensión geopolítica a nivel global. Aún es pronto para medir las consecuencias económicas y financieras a medio plazo de esta situación. En todo caso, la reacción de los mercados, muy negativa, es de un incremento de las primas de riesgo ante esas posibles consecuencias.
Más allá de Rusia, cuya capacidad de aguante queda gravemente mermada tras la intensa y coordinada respuesta de los países occidentales en términos de sanciones y aislamiento, el mundo, y en particular Europa, se enfrenta a un choque negativo de oferta en el mercado de la energía. Al mismo tiempo, este shock puede provocar un deterioro de la demanda agregada por la vía de la pérdida de poder adquisitivo y hundimiento de confianza, tanto de consumidores, como de empresarios. Aunque hay una cierta compensación de demanda vía incremento del gasto militar a nivel global, en conjunto podemos pensar que el impacto sobre el crecimiento será negativo. Por lo tanto, obligará a revisar las previsiones tanto para este año como para 2023.
La situación generada eleva las probabilidades de asistir a un agravamiento de las ya intensas presiones inflacionistas. De forma combinada, no pocos analistas e instituciones están interpretando este shock en clave de un potencial escenario estanflacionista.
El daño al ciclo junto con la respuesta de los mercados supone un tensionamiento importante, y no buscado, de las condiciones financieras a nivel global.
En este sentido, los bancos centrales, y en especial el BCE, tendrán que replantearse el curso de la retirada de estímulos. Frente a la intensa senda de normalización de política monetaria descontada apenas un par de semanas atrás, el mensaje que emiten hoy los bancos centrales está cargado de prudencia. No es el momento de acelerar la toma de decisiones en un entorno de incertidumbre tan elevado.
Hasta ahora, la reacción del mercado no refleja una situación de pánico generalizado. En todo caso, los movimientos experimentado sí que se corresponden a un movimiento dominado por la fuerte aversión al riesgo, aunque por el momento sin apenas señales de un riesgo sistémico.
Las bolsas europeas cierran febrero con caídas superiores al 5,0% y acumulan ya una cesión superior al 10% en el año. Vemos una rotación de las carteras hacia sectores defensivos y un mayor impacto en el sector bancario, revirtiendo el positivo arranque del año que mantenía. En contraposición, el sector energético y las compañías de defensa militar capitalizan el incremento de las tensiones.
En paralelo, los diferenciales de crédito corporativo han ampliado de forma sustancial, tanto en grado especulativo como en grado de inversión.
Los flujos de inversión se han dirigido hacia activos refugio. Por un lado, el dólar y el oro se revalorizan con intensidad. Por otro, la deuda soberana de Estados Unidos y Alemania ha cedido sustancialmente en rentabilidad. En este movimiento, cabe destacar que el descuento de una senda mucho menos agresiva por parte de los bancos centrales ha contribuido de forma importante.
Una deriva coyuntural del incremento de las tensiones geopolíticas sucede en el caso de las materias primas. Las de corte energético, principalmente las referencias europeas de petróleo y gas, repuntan con intensidad dada la vinculación con Rusia. Recientemente, vemos también un impacto alcista en las materias primas agrícolas, donde Rusia y Ucrania se posicionan como importantes productores.
En el área euro, los diferenciales periféricos se han reducido de forma notable tras alcanzar máximos desde el verano de 2020, capitalizando una retirada de estímulos más progresiva por parte del Banco Central Europeo. Cabe destacar que previo al conflicto actual, era precisamente la retirada de estímulos agresiva el principal factor director del aumento de primas de riesgo país.
Qué decisiones hemos tomado en Afi en las últimas dos semanas en relación a la asignación global de activos:
Sin cambios en la actual situación geopolítica, esta configuración de carteras es la que nos parece más prudente.
La incertidumbre es tan elevada que es vital mantener un elevado grado de flexibilidad y opcionalidad para introducir cambios en la selección de activos.
En un escenario de extensión del conflicto, reduciríamos aún más la exposición a renta variable y crédito corporativo e incrementaríamos el peso de activos refugio.
Por el contrario, si observamos pasos relevantes que abran un escenario de moderación de las tensiones, revertiríamos las decisiones hacia la configuración de carteras que teníamos antes del conflicto. Sobreponderando renta variable y manteniendo una posición defensiva en renta fija.
- Primero, rebajamos riesgo a través de:
- Una reducción del peso de la renta variable, tanto de Europa como de países emergentes.
- En el caso de Europa, la razón es su mayor exposición al conflicto y el elevado eso de sectores cíclicos, que más afectados a corto plazo por un deterioro de la expectativas económicas.
- En el caso de los emergentes, la reorientación de flujos globales hacia mercados desarrollados penaliza la evolución de este conjunto de países frente al resto de regiones.
- Siguiendo con emergentes, reducimos también la exposición a renta fija en divisa fuerte. Eliminando cualquier exposición a la deuda rusa, asumimos cierto castigo al resto de áreas, siendo Latinoamérica la mejor posicionada dado su rol exportador de materias primas.
- Como estrategia de cobertura, incrementamos significativamente la exposición a deuda pública estadounidense, refugio por excelencia en entornos de aversión al riesgo.
Sin cambios en la actual situación geopolítica, esta configuración de carteras es la que nos parece más prudente.
La incertidumbre es tan elevada que es vital mantener un elevado grado de flexibilidad y opcionalidad para introducir cambios en la selección de activos.
En un escenario de extensión del conflicto, reduciríamos aún más la exposición a renta variable y crédito corporativo e incrementaríamos el peso de activos refugio.
Por el contrario, si observamos pasos relevantes que abran un escenario de moderación de las tensiones, revertiríamos las decisiones hacia la configuración de carteras que teníamos antes del conflicto. Sobreponderando renta variable y manteniendo una posición defensiva en renta fija.